El Charito de Montserrat



Eran casi las dos de la madrugada en “El Charito” de Montserrat, estábamos: Cristian, Lila, Emilse y Javier, Javier, Javier y yo, Javier. Una mujer rubia entrecana, desdentada, de ojos diabéticos y entrada en carnes con un collar de dientes de jabalí de plástico gritaba y cantaba gesticulando y desafinando a mas no poder acompañando a los dos guitarristas que interpretaban un amplísimo repertorio de nuestra música folklórica, ellos sabían lo que hacían y lo hacían realmente bien. Ella no.
En la misma mesa, el novio de la gorda desentonada, vestía una camisa negra al cuerpo, muy a lo gitano, y festejaba su cumpleaños y besaba lascivamente a todos sus amigos varones al grito de: “¡Te amo!¡Te amo!”.Los amigos ponían distancia: se conoce que era de ponerse mimoso en los cumpleaños.
La gorda no sabía la letra completa de ninguna canción, pero ella buscaba en su corazón el verdadero sentimiento que la letra le inspiraba, es decir, cantaba cualquier cosa: “Adoro el folklore como buena uruguaya que soy!” diría mas tarde. Ella tenía los dedos negros de tinta y sospechamos que era una mujer policía que tomaba huellas en el Depto. Central que esta en la otra cuadra.

Un hombre se puso a cantar al compás de una chacarera, golpeaba la mesa con su palma frenéticamente y comenzó a ponerse rojo como un tomate, al instante cae redondo al suelo. Se hace un silencio sepulcral. Parece muerto, todo se suspende por 15 segundos. No vuela una mosca en “El Charito”. Alguien le toca el hombro y éste, como un resorte, se incorpora como si nada hubiera pasado. Su mujer, que estaba a su lado, nunca se enteró de lo sucedido hasta que vio el tajo en la cabeza de su marido y la sangre rodando por su mejilla derecha. Se puso a llorar, mientras preguntaba: “¿Que te pasó?” y él le respondía: “Nada. Me quedé dormido y me fui al suelo”.
El guitarrista retomó el tema como si nada hubiera pasado. Y las charlas y las risas y los ruidos de copas y cubiertos retornaron.

Un clon perfecto de Norma Pons y otro perfecto de Gerardo Romano y otro no tan perfecto de Dalma Nerea Maradona están enfrascados en una conversación sesuda e intensa, pero la música es mas fuerte y también ellos cantaron.
Nosotros también cantamos, pero algo raro flotaba en el ambiente de "El Charito". Se percibía. Algo así como una extraña conjunción estelar. Había cuatro Javieres sentados a la misma mesa. Decidimos partir.

Ah, si: La parrillada muy bien y a buen precio, el vino aceptable y a buen precio, el helado regular y el flan incomible. Los mozos un encanto (le pusieron al herido un vendaje de papel higiénico). Todo lo demás: No tiene precio.
“El Charito” está en Saenz Peña casi esquina Venezuela, en el populoso barrio de Montserrat. Y es un restaurant.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Seguidores

Contacto

estodotodo@yahoo.com.ar

Archivo

Etiquetas

Powered By Blogger
[Valid Atom 1.0]