Te Odio

Que bueno odiarte tanto. A la hora de las consideraciones no existe un solo motivo para dejar de odiarte. Por que habría de salir de este lugar? Me resulta cómodo: Te odiaba antes de conocerte y mas desde que te conozco.
Los gritos que vienen de la calle me hacen pensar cuanto te odio. Podría gritarte así. Pero te odio tanto que no tengo fuerzas. Los muchachos del hotel se trompean en la esquina pero en el fondo, ya se sabe, se tienen ganas. Yo no quiero tocarte un pelo y eso me tranquiliza. El odio que siento por vos me da paz. Un poco. El muchacho del hotel tiene un ojo casi cerrado y un chorro de sangre y moco le manchó la nariz y el labio superior, en ese lugar donde debería haber un bigote hay una mancha aterciopelada y un hilo de baba se desprende de la boca. Baba y rabia y moco con sangre: Veo tu cara, perfecta, tu suavísima piel, te veo indefenso frente a mi. Pienso en lo egoísta que sos, que sos dañino, cruel, mentiroso, débil, miserable. Y de golpe te veo todo estropeado. Y sin siquiera haberte tocado. Y me hablás como si nada pero tu cara está amoratada, casi no me ves, se te hincharon los ojos y estas mareado, resbalás en tus fluidos y caés de cara al piso sin atinar a poner los brazos para defenderte del golpe... Entonces vuelvo a mirar: Y te veo sano, blanquito, bien vestido y perfumado. Incluso comento algo sobre lo bien que huele tu ropa y sobre los colores de tu camisa nueva. Hago algo indebido: con el pulgar y el índice de mi mano derecha toco la tela de tu abrigo en un signo evidente de deseo. Hago que me veas. Pero lo hago adrede. Es todo lo que atino a hacer para molestarte.