
P. y L. volvieron a discutir. Pero a Dios gracias el Dr. Donoso, consejero familiar de la revista Buenvivir, les enseñó a pelear con su método de "12 errores en la discusión de pareja".
1) Descalificar
Cuando se discute, al menos uno de los cónyuges se siente herido y presa de la ira. Con deseos de saciar su cólera, desea herir al otro haciéndole sufrir un poco al menos, así como él sufre.
2) Sólo el problema
El rencor y el dolor son malos consejeros. En el momento de una discusión lo frecuente es que sólo venga el recuerdo de qué es lo que odiamos en el otro...
3) Ni el momento ni el lugar
Una regañina a la salida del trabajo, frente a los compañeros laborales o frente a la familia o amigos puede llegar a ser más dañino por el lugar y momento que por el tema de discusión en sí mismo.
4) El egotismo a descubierto
Al discutir con frecuencia nos encerramos en nosotros mismo, en nuestros demonios y pasiones. Y nos cegamos y aturdimos respecto al otro
5) Dar un primer profundo zarpazo
¿Qué se espera de la evolución de una discusión cuando el primer acto es apuñalar donde más duela?
6) Ambiguos y mudos
Señalamos que odiamos cosas, pero no las especificamos. No decimos ni qué es lo que no nos gusta ni porqué no nos gusta...
7) “Yo te acuso”
Muchos matrimonios, al discutir, dan la impresión de maestros regañando a sus alumnos o de fiscales en la Corte acusando a reos de los peores crímenes.
8) Disparar y huir
¿Qué cosa es más frecuente que convertir una discusión - que no se quiere larga y enfadosa - en algo semejante a un pelotón de fusilamiento donde descargamos toda nuestra ira y frustración para luego huir, cerrando toda puerta nuestra espalda?
9) Todo a un mismo tiempo
No importa cuan largo sea el prontuario de crímenes de nuestra pareja, listado que mantenemos con una precisión que el mismo Satanás envidiaría de la cuenta que lleva por nuestros malos actos.
10) Agresiones
Si realmente deseamos conversar, el tono de voz alto e hiriente, casi a gritos, enerva y pone a la defensiva al cónyuge, quien probablemente reaccionará con gestos de réplica agresiva o descalificador hartazgo.
11) Rencor
Abandonar los rencores. El rencor corrompe el alma, como un gusano vil que pudre los mejores frutos del amor de pareja. Allí queda la infame criatura diabólica, destruyendo todo buen sabor y recuerdo feliz.
12) Retorno a la zona oscura
¿Qué pareja no es particularmente más vil e insidiosa que aquellas que recaen en una discusión que dieron por superada?
Queda recomendar dos grandes medidas preventivas:
La primera es conversar en otros momentos... Todo tiene reparación con buena voluntad sin necesidad de mantener los sentimientos corrosivos.
La segunda, es más efectiva y segura. La oración en la vida de pareja es tan importante como la convivencia familiar o la vida de alcoba. Con oración, fe y humildad, y el deseo ardiente de vivir como buenos hijos de Dios, con los auxilios y remedios de la Iglesia, podremos avanzar con paso seguro, libres incluso de la acción perniciosa del Enemigo del matrimonio y de toda felicidad humana.
Amen.


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