Fátima y Nabil



Fátima llegó temprano al Hotel Opera Paris. Nabil, el hijo de los conserjes la esperaba en la habitación de siempre. Él ya había prendido las velas para recibirla. No había electricidad. Paris en Abril no es tan encantador. Fátima y Nabil se amaron una vez más como hacían las figuras de los cuadros falsos que decoraban las escaleras del Hotel. Se durmieron. Abrazados. Nabil se despertó con ganas de pegarse un saque de merca. Fátima era tolerante pero eso la exasperó. Nabil levantó la voz, Fátima se descontroló. Los huéspedes del Hotel no escucharon nada. Él se encerró en el baño. Ella, furiosa, arrojó las sábanas y la ropa de Nabil sobre las velas todavía encendidas. Salió corriendo del hotel y fue a un cajero automático. O eso lo hizo después. No lo recordaba con certeza. La habitación se prendió fuego rápidamente. Nabil, presa del pánico se arrojo por la ventana. No murió pero, un año después, sigue en coma. El fuego se propagó. Veinticuatro personas, en su mayoría niños, murieron y el Hotel quedó arrasado en pocas horas. Fátima, sin saber lo que le esperaba, volvió al Hotel, a arreglar las cosas con Nabil. En Paris. En Abril

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