Declaraciones



El Ayudante M. se apuró, solícito, a tomarnos la declaración por la pérdida de una billetera. Así y todo estuvimos mas de una hora en la comisaría.
El Ayudante M. no tiene mas de 30 años, tiene los ojos negros y es medio bizco debido a la cercanía del monitor de su pc, tiene la boca pequeña y los labios carnosos. Es de esas bocas que siempre parecen estar tirando besos.
El Ayudante M. nos explicó la diferencia vital entre el robo y el hurto: “Es robo cuando hay violencia sobre tu persona o sobre el objeto que te roban. Hubo violencia?”. No supimos que responder por que nos daba pudor referir la situación de haber perdido, estúpida y vergonzosamente, la billetera con todo su contenido en un boliche gay frente al Ayudante M..
“No, violencia no hubo”...”Entonces es hurto” dijo el Ayudante M.. Era la madrugada del domingo y nos quedamos dormidos frente al Ayudante M. mientras nos tomaba la declaración: “Están quebrados, no? A que hora se levantaron? Yo estoy acá desde las 5. No doy mas”. ¿Eso habrá sido parte de la declaración o la declaración la estaba haciendo él?.
Pensamos en el rechazo visceral que nos produce la Policía, pensamos en esos nicks de sitios gays al estilo:
“busco-uniformado-calentón”, “quiero-cachiporra-ya” ó "cana-morboso-a-full": Nosotros nunca nos habíamos topado con un Ayudante M..
El Ayudante M. llevaba su antierotizante uniforme azul con dignidad, el gallito bordado en el escudo de la Policía Federal se veía altivo. El Ayudante M. es gentil y expeditivo, aunque tardó mas de una hora en tomarnos declaración. El Ayudante M. se puso íntimo cuando nos refirió historias de criminales de guante blanco que roban billeteras a desprevenidos algo quebrados que “en mitad de la noche, o del día o de la tarde, se las saben todas”.
El Ayudante M. nos dió la mano, sonrió de costado, (creemos que nos guiñó un ojo, pero tal vez fue un tic) y nos deseó buena suerte. Giró sobre sus tacones reglamentarios y se fue meneando cansadamente su bello trasero regordete de tanto tomar declaraciones.

Update: A las doce de la noche del día siguiente recibimos un extraño y perturbador llamado en casa. Era el Ayudante M. que nos pedía disculpas por que había habido un error en la declaración y debía destruirla delante nuestro para darnos la nueva: "Puedo pasar a las 7 de la mañana por ahi?"..."No! No, salimos para allá"

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